José Morán Messen, gerente general de Agryd, dice que
Los canales han sido los sitios elegidos por los particulares para arrojar todo tipo de residuos. Esta práctica es contaminante y ocasiona numerosos inconvenientes. Su solución no puede pasar solo por entubar canales, sino que se necesitan fuertes estímulos para evitar el daño que esta mala práctica ocasiona, como puede ser la educación y desincentivos como la aplicación de sanciones para los infractores.
Tener una red de canales es un privilegio, que se calcula en más de 60 mil kilómetros, la cual demanda muchos esfuerzos para cada una de sus organizaciones de usuarios, pero este privilegio se pierde cuando hay que admitir que estas magníficas obras no se cuidan como corresponde, arrojando en ellas todo tipo de basura, sin tomar conciencia del mal que se ocasionan, contaminando el caudal con plásticos, junto con otros desechos, causando potenciales desbordes o taponamientos que impiden que el agua fluya correctamente.
Es necesario fomentar una cultura ciudadana de respeto y cuidado por las aguas, siendo la educación una gran herramienta para llegar a la conciencia de toda la comunidad.
Toda iniciativa de colaboración para la prevención es necesaria y debemos incentivar a que no solo la comunidad se haga responsable de sus residuos, sino que cada uno de sus habitantes también lo haga.
Durante los meses invernales, los celadores, “celosos” custodios de los canales y las personas vinculadas al uso del agua para riego, advierten que la gente no cesa de arrojar basura a la red de canales.
Todos los esfuerzos de limpieza recaen en asociaciones de usuarios, que tienen recursos para ello, y en otros casos, municipios que recolectan la basura de los canales mediante sus propios servicios.
Evidentemente todo este esfuerzo no es considerado por quienes usan los canales de riego como vertederos de toneladas de basura.
Este es un problema de toma de conciencia, que habrá que solucionar a la brevedad para tratar de encontrar una salida a estos casos de contaminación ambiental que afecta tanto a la calidad de vida, como a la producción agrícola, generando el grave desperdicio del recurso, en un tiempo de escasez hídrica tan grave como el que vivimos hoy
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